¿Por qué crees que Valencia se valora realmente en el resto del mundo?
Aunque opiniones hay muchas, de mil colores y tipos distintos, si cerramos la media de lo que hemos podido pensar, sacaríamos algunas cuantas en común. Por ejemplo, se nos valora mucho por nuestra cultura, por nuestra forma de ser, por nuestras fiestas, por nuestra comida, por nuestras ganas de celebrar, por nuestras ganas de juntarnos... Y es que, aquí en Valencia, hay una especie de costumbre los domingos: son días de paella en familia. Pero claro, las comidas aquí no son como en el resto del mundo. Las comidas aquí son comidas de verdad; esas que empiezan con un picoteo, la paella, el postre, el café, la sobremesa... Y si la cosa está muy arriba y tienes un par de primos muy enrollados, igual hasta acabáis de copas. Por eso siempre sabes cuando vas a empezar pero nunca cuando vas a acabar.
Pero bueno, las tradiciones y las costumbres, como todo en la vida, aunque se mantienen, evolucionan. Antiguamente, la vida aquí en Valencia, estaba concentrada en el campo. Los domingos, las familias se reunían en las barracas y en las alquerías y disfrutaban de la paella, junto a la huerta y las gallinas. Y con el buen tiempo de Valencia, con el paso del tiempo, poco a poco dejamos de ver aquellas emblemáticas barracas. La vida se trasladó a la ciudad y poco a poco fueron desapareciendo. Sí que es cierto que hay pueblos y familias que las mantienen, pero es un hecho que todo esto se está perdiendo. Pero bueno, cualquiera puede decir: “Es normal, las barracas estaban hechas para el modo de vida de antes”. Ahora no tienen sentido, es algo que está desfasado... tenemos que salir adelante. Porque... ¿quién querría vivir en una casa hecha de cañas y barro? Sin comunicación y sin wifi, que es lo que tanto necesitamos hoy en día. Pues bueno, imagina por un momento que sí quisiéramos. Que volviéramos a disfrutar de las paellas junto a la huerta, junto a la familia. En una barraca en la que se puede vivir.
Pues bien, en el año 2002 se fundó, por el Departamento de Energía de EE.UU y la Energy Endeavour Foundation, una competición llamada Solar Decathlon con el objetivo de instar a las universidades a desarrollar proyectos de viviendas sostenibles y eficientes abastecidas únicamente con energía solar. Y fue en su cuarta edición cuando un equipo de 32 estudiantes de 15 carreras distintas de la Universidad Politécnica de Valencia se puso a ello. Desarrollaron y crearon el proyecto Azalea en el campus de la UPV y, en junio de 2019, lo transportaron a Hungría, compitiendo por ser la vivienda más sostenible y eficiente de Europa.
Los materiales usados en las barracas tradicionales eran la caña, la paja y el barro, pero no es así en la casa del equipo Azalea, optando por corcho reciclado (como aislante natural térmico y acústico), cerámica (otro guiño a la tradición de la región), madera en lugar de adobe y LOP en lugar de caña, un material a base de plástico reciclado y fibras naturales.
Es una casa de 80 metros cuadrados y siete metros de altura, que se basa en una arquitectura prefabricada en la que se ha apostado por la eficiencia y sostenibilidad para la producción energética a través de placas solares, aparte de introducirse otros elementos como huertos para disponer de alimentos de temporada y cultivos hipodrónicos, esto es, un método utilizado para cultivar plantas usando disoluciones minerales en vez de suelo agrícola.
El equipo Azalea logró la máxima puntuación, quedando así como mejor equipo español, y además del primer premio en la categoría de arquitectura, se llevó el segundo premio en eficiencia energética y el tercero en ingeniería y construcción.
¡Enhorabuena, equipo!
Texto: Patricia Rodrigo
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